El libro trata de una familia austriaca y todo gira en torno a la casa de los abuelos que hereda el nieto. Los capítulos van en forma de flashbacks y hay varios planos temporales: el presente (de abril a junio de 2001), en el que el neito que acaba de heredar la casa de sus abuelos la reforma, y el resto de capítulos, que son momentos puntuales del pasado y que están narrados desde la perspectiva de diferentes miembros de su familia: su abuelo materno, su abuela materna, su madre, su padre y su tío materno.
El peor personaje de todos, al que me encantaría darle una hostia con la mano abierta cada vez que tocaba uno de sus capítulos (que vienen a ser la mitad del libro) es el neito, el protagonista. En serio, me recordaba a Dani. Una apatía por la vida, un no moverse, un quejarse de lo mal que le trata la vida y no mover el culo, que, de verdad, me enervaba cada vez que leía uno de sus capítulos. La hermana se reía de él cuando eran niños y pocas hostias le dio para quitarle no ese hervor, sino esa media hora de cocción que le falta.
El resto de personajes están bien, pero claro, la forma en la que está escrito el libro hace que perdiera el hilo cada dos por tres, porque en lo que más falla el libro es en que es aburrido. A ver, no es que no pasen cosas, que sí que pasan, pero si en vez de tener 475 páginas tuviera 200, pasarían las mismas cosas y se haría más ameno. Y no tiene que ver con que la mayoría me lo haya leído en la cama; porque muchos pasajes me los he leído de día y me han parecido aburridísimos.
Hay un momento muy triste, que es cuando muere la madre (sin duda alguna, el mejor personaje de todo el libro) y la forma en la que está contado ese capítulo, que es el único capítulo (junto con el de la muerte del tío en la Segunda Guerra Mundial) que se puede recomendar.
El libro se llama Es geht uns gut, aber mir ging es überhaupt nicht gut beim lesen.
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