jueves, 26 de mayo de 2022

La madre de Frankenstein, de Almudena Grandes

 Llegué a Almudena Grandes de casualidad y gracias a la biblioteca pública de Hamburgo. A ver, ya sabía que existía, pero no me había llamado nunca la atención. En el sótano de la biblioteca de Hamburgo venden todos los libros que descatalogan de la biblioteca por un euro, da igual que sea un librito de cuarenta páginas, que una edición argentina de Lorca de 1945 o que sea El lector de Julio Verne de Almudena Grandes nuevecito sin apenas tocar, o que un tochaco de 1000 páginas. Un euro. Así que cuando lo ví, no dudé en darle una oportunidad y comprarme El lector de Julio Verne. Solo puedo decir que me encantó y que decidí leerme todos los "Episodios de una guerra interminable" antes de haberme terminado el libro. 

Tengo que empezar diciendo que me lo he leído en dos sentadas y eso que tiene más de 400 páginas. No podía soltarlo. Me ha atrapadao y me ha emocionado desde la primera página. Me han atrapado los personajes y la historia. Incluso los personajes odiables no te sueltan en ningún momento. Y en este libros no hay demasiados personajes concretos odiables, más allá de los que exisitieron en realidad.

Es posiblemente uno de los libros que más me han emicionado. No llevaba ni cien páginas y ya se me habían saltado las lágrimas. E incluso en algunos pasajes no pude seguir leyendo. Tuve que cerrrar el libro, echarme una llorera, sonarme la nariz y ya un poco más calmado seguir leyendo.

Las dos historias que más me han emocionado, que más me han llegado son dos que no son el núcleo principal del libro ni de lejos, pero que sí son el núcleo principal de mi historia personal, bueno, en realidad, solo una de ellas. La primera es la historia de Willi Goldstein y una frase que cuando la leí ya sabía cómo iba a terminar Willi y me hinché a llorar. Pero aunque ya lo intuía, no me emocionó menos cuando se desveló el final. 

Yo sé que en alguna parte, alguna mujer como yo, polaca, prusiana, austríaca quizás, o húngara, quién sabe, estará cuidando de mi hijo Willi como yo estoy intentando cuidar de ti.

Se me han vuelto a saltar las lágrimas al abrir el libro para copiar este fragmento.

La segunda historia, que sí tiene que ver con mi historia personal, es la historia del desarraigo de Germán Velázquez (el protagonista). El comienzo de su historia no tiene nada que ver con la mía. Yo no cogí un barco lleno de refugiados de guerra, no dependí de la amabilidad de un extraño, no llegué a un país con un idioma que no entendía. Y sin embargo se me saltaban las lágrimas cada vez que se sentía mal por estar lejos de su famlia, por no compartir su sufrimiento, por estar lejos de su casa cuando muere su padre, cuando tiene una boda sin apenas invitados y sin nadie de su familia. También me he sentido muy identficado con Germán y con esa sensación de marciano en tierra propia a lo largo de gran parte de la novela porque al fin y al cabo conozco esa sensación demasiado bien.

Sólo puedo recomendarlo porque no puedo expresar con palabras cuánto me ha gustado y me ha emocionado este libro y las lloreras que me he pegado en algunos párrafos.

Ya no sabía que tenía abuela. Ni que hacía mantecados en Nochebuena. Ni que en su pueblo cantaban villancicos qe no conocían las hermanas de Ciempozuelos.

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