Es cierto que a lo mejor ha pesado un poco la cantidad de publicidad que hay sobre la serie y los libros (lo que viene siendo estar de moda) o también puede que influyera que Paco me la recomendara la semana pasada. Pero el caso es que hasta que no vimos los ocho capítulos del tirón no nos levantamos del sofá. Y todo porque yo quería seguir viéndola. Jörg en realidad quería parar y que fuéramos con su madre a un mercadillo de artesanía, que a mí la verdad es que ni fú ni fá.
El caso es que no hay nada nuevo en la historia de chico gay conoce a chico hetero, se enamora hasta las trancas y sabe que no va a pasar nada porque chico hetero es hetero, pero como tienen 16 años resulta que chico hetero no es tan hetero como él se pensaba y al final terminan siendo novios y comieron perdices.
Vale no hay nuevo en esta historia de amor de toda la vida con un giro postmillenial gay-friendly. Pero es que son taaaaan cuquis.
Cada capítulo es de menos de media hora y como la temporada tiene 8 capítulos, pues en menos de cuatro horas se ha terminado. Es la serie que a mí me habría gustado ver con 16 años con el cacaco mental que tenía en aquella época y con las circunstancias que me rodeaban y no ayudaban (que por algo tardé tantos años no ya en salir del armario, sino simplemnete en aceptarme a mí mismo). Tiene personajes tan monísimos que no pueden ser de verdad, pero para eso es una serie de ficción y tiene personajes cabrones, pero solo lo jusitito para que haya antagonistas en la historia.
Una cosa que me ha dejado loquísimo es que tendrá una segudna y una tercera temporada, pero en realidad yo creo que la historia ya no da más de sí. Los cuentos terminan con un "y fueron felices y comieron perdices" por una razón. Es una serie de adolescentes, no hace falta alargar el drama innecesariamente. A ver qué habrán pensado para las próximas temporadas. Yo por lo pronto, creo que me voy a comprar los libros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario